El 1 de noviembre de 1913 se descubrió un intenso fuego en el séptimo piso del Pozo Alicia en las Minas de Riotinto. Como diría el famoso Director General de la Rio Tinto Company Limited Walter Browning “…la catástrofe más espantosa que jamás ocurriera en la historia de las minas”. En este siniestro perdieron la vida 7 personas. Una de ellas fue el inglés John Gilbert. Su lápida ha estado olvidada durante 100 años en el patio de una vivienda de Zalamea la Real.
El POZO ALICIA era el principal acceso a la Masa de San Dionisio, el filón de mayor laboreo en 1913. Se trabajaba en labores subterráneas de contramina de pilares y galerías, era el más oriental e importante del yacimiento minero de Rio Tinto ya que conectaba todas las labores del interior de dicha masa, tenía 35 pisos con una profundidad de 450 metros.
Los ingenieros ingleses que llegaron a las minas de Riotinto en
1873 homenajeaban a la reina Victoria I de Inglaterra (1837-1901) por su
ejemplaridad y admiración, poniéndoles nombres de la familia real a las
instalaciones mineras. El Pozo Victoria, fue llamado así por la reina Victoria
y su primer descendiente la princesa Victoria. El título del célebre libro de
David Avery “Nunca en el cumpleaños de la reina Victoria” hace referencia a que
el día de su nacimiento, el 24 de mayo, los trenes de pasajeros de las RTCL dejaban
de funcionar, como festejo por la celebración de su cumpleaños.
El famoso Pozo Alfredo se nombró así en honor al cuarto hijo de la
reina, muerto en 1900 y el Pozo Guillermo lo recibe de Guillermo IV, tío
paterno de la reina, del que heredó el título monárquico.
El POZO ALICIA toma su nombre de Alicia del Reino Unido, muerta en
1878, gran Duquesa de Hesse-Darmstadt. Se llamaba Alicia Matilde María, fue
madre de la emperatriz rusa Alejandra Fiódorovna y bisabuela de Felipe de
Edimburgo, Duque de Edimburgo, recientemente fallecido y esposo que fuera de la
actual reina de Inglaterra Isabel II.
Antes de la llegada de los ingleses, los pozos mineros recibían nombres
claramente españoles, como San Gabriel, San Carlos, Lepanto, Santa Ana, Ánimas,
Brujaluna, Santa Bárbara etc.
La Huelga
Retomando el asunto, el año de 1913 fue un año muy convulso en las
Minas de Riotinto. Se sucedieron muchas huelgas, incluso huelgas generales, se
creó el Sindicato Minero (1913-1917), visitaron las minas la Comisión del
Instituto de Reformas Sociales para estudiar las condiciones de trabajo de los
mineros y ocurrió el desastre del POZO ALICIA.
El primer conato de huelga se produce durante los primeros días
del mes de abril de 1913. La compañía tenía más de 15.000 trabajadores, de los
cuales 3.000 aproximadamente formaban parte del tejido ferroviario de Huelva.
Fueron a la huelga 8 obreros del muelle de la compañía, denominados
“toraleros”, que eran los encargados de descargar las planchas de cobre fundido de
140 kg. para su embarque.
Por solidaridad secundaron la huelga los obreros encargados de la
descarga de minerales y de carbón y se presentaron a la recién creada Federación
Nacional de Ferroviarios en la sección de Huelva, encabezada por Francisco
Bascuñana.
Eladio Fernández Egocheaga
En abril de 1913 aparece por la cuenca minera Eladio Fernández Egocheaga, como delegado del Comité Nacional de Ferroviarios Españoles. Con una brillante oratoria, en septiembre es nombrado delegado de las secciones del recién creado Sindicato Minero de Río Tinto, llegándose a afiliar en sus primeras semanas de constitución unos 14.000 obreros, incluso tenderos y comerciantes de Nerva y convirtiéndose Egocheaga en el líder de los obreros durante el periodo más intenso de las huelgas, sirviendo como inspiración de Concha Espina para su novela "El Metal de los Muertos", escrita en 1920.
Pero desde la dirección de la compañía, personalizado en el
Director General Mr. Browning se oponían a las actuaciones sindicales,
ejerciendo todas y cuantas maniobras estuviera en su manos para la erradicación
de toda organización sindical, dirigiendo la persecución ideológica de los
representantes de los obreros y sobre todo de Egocheaga, al cual le llamaba la
chinche, por lo molesto que fue para los intereses de la empresa. Después
aparecería un periódico satírico y burlesco, editado en Sevilla por el mismo Egocheaga,
llamado precisamente “La Chinche” para atacar, con un tono humorístico y frases
ingeniosas, al propio Browning.
Ejemplar de "La Chinche" dedicado al alcalde de Nerva Tomás Vázquez, al que apodaban T.V. o Troncho Verde (Félix Lunar en "A cielo abierto")
El 15 de abril de 1913 se había producido una huelga parcial en el
departamento de Filón Norte y esto arrastró a 3.000 obreros más. Tras diversas
negociaciones cesa la huelga volviendo al trabajo el personal del puerto y
talleres de Huelva y los de las minas, pero quedando despedidos los taraleros y
otros 300 obreros más, los cuales recurrieron al Gobernador Civil de la
provincia que les recomendó la espera de la Comisión del Instituto de Reformas
Sociales. Esta Comisión llegó a Huelva el 14 de mayo de 1913 para estudiar las
condiciones de trabajo de los mineros, comprobar el estado de las
explotaciones, fábricas, hospital y casas de los obreros. Este estudio se
publicó en un libro editado por la Imprenta Sucesora de M. Minuesa de los Ríos de
Madrid.
Como consecuencia de esta primera movilización y de la visita de
la Comisión se inició una ronda de propuestas y peticiones por parte de los
trabajadores y dada la intransigencia de Browning en las negociaciones se
empezaron a producir una serie de sabotajes contra las instalaciones mineras, incendios, levantamiento de las vías de ferrocarril etc. Todo esto desembocaría con la aprobación de una Huelga General en las
Minas de Riotinto y sus dependencias de Huelva el 15 de octubre, autorizada por
parte de 13.023 trabajadores a favor, frente a 17 en contra.
El Incendio
La versión que nos llega sobre el suceso está basada en los hechos
narrados por Robert Palmer, ingeniero jefe de las minas, publicados por David
Avery y después por Pedro Real Valdés.
El INCENDIO DEL POZO ALICIA se descubrió en la madrugada del
sábado 1 de noviembre de 1913, en el piso del séptimo nivel. Tres capataces
británicos descendieron para investigar los daños, informando de la virulencia
del fuego. Una vez en el exterior la jaula se desplomó rápidamente al fondo del
pozo arrastrando las llamas consigo.
A la mañana siguiente, debido a un fallo en las bombas de desagüe
subterráneas, había tal acumulación de agua en el pozo que se frustraron los
intentos de enviar a más hombres para el rescate.
Al día siguiente, dos capataces británicos, John Gilbert y Edwin Wilson y dos españoles, Lucas Millán, bombeador y Luis Márquez, supervisor, intentaron bajar por el Pozo Victoria, que parecía estar sin humo. A este grupo se le unió Robert Sach, jefe de Corta y George H. Wilson, capataz jefe, que habían penetrado en la mina a través de unas galerías desde la Corta Atalaya.
A la luz de las antorchas, los 6 mineros se abrieron paso hacia
abajo, piso a piso, hasta llegar al vigésimo nivel, donde descubrieron que el
cable del timbre, utilizado para enviar señales a los encargados de la jaula en
la superficie, estaba roto.
John Gilbert regresó con la jaula al exterior para informar al ingeniero
jefe de las minas, Robert Palmer, sobre las investigaciones realizadas,
volviendo a bajar con unos electricistas para reparar el cable. A la vuelta al
pozo, sus compañeros habían decidido bajar hasta el piso vigésimo séptimo. Uno
de los electricistas regresó a la superficie e informó a Palmer que los seis
hombres se dirigían a un plano aún más abajo que era donde se concentraba al
máximo el venenoso monóxido de carbono; George H. Wilson dudaba en bajar al
nivel donde bramaba el fuego, pero Sach, que le parecía desvariaba un poco a
causa del gas, insistía en ello. Se supone que tan pronto los perdió de vista,
se metieron en una capa de monóxido de carbono cayendo al suelo. Los hombres
debieron de morir sobre las 13:20 horas.
Robert Palmer, preocupado por la situación, intentó encontrar otro camino hacia abajo para localizar al primer grupo desaparecido a través del Pozo Guillermo que estaba libre de humos. Cuatro británicos, entre ellos el ingeniero Frederik Drewet, y un español se prestaron voluntarios para intentar de nuevo el rescate descendiendo al piso vigésimo sexto del Pozo Guillermo, pero se encontraron atrapados por los mortíferos gases que había acumulado. A las seis y media de la tarde regresaron todos a la superficie, pero uno de ellos, Frederik Drewet, fue izado sin vida.
Lawrence Hill, componente de un tercer grupo que descendió para su
ayuda, dio con los cuerpos sin vida de Edwin Wilson, Robert Sach y George H.
Wilson, pero al intentar regresar al pozo de nuevo Walter Browning se lo
impidió.
A la mañana siguiente del día 4 de noviembre pudieron proseguir la
búsqueda de los desaparecidos, debido a que el nivel de monóxido de carbono
había descendido. Primero enviaron a pájaros enjaulados y luego, en la rampa
entre los pisos vigésimo tercero y vigésimo sexto, vieron a la luz de las
antorchas, los cadáveres de John Gilbert, Lucas Millán y Luis Márquez. Habían
perdido la vida 7 personas, 5 ingleses y 2 españoles.
La investigación abierta después, demostró sorprendentemente que
los ventiladores para llevar aire limpio a los mineros habían funcionado
perfectamente durante los 4 días del suceso y con ello jugando un papel decisivo
en la tragedia, ya que avivaba aún más el fuego y se llevaba el humo hacia los
tajos de trabajo. Si se hubieran parado, el mismo pozo Alicia hubiera servido
de chimenea para conducir al exterior el monóxido de carbono procedente del
mineral ardiendo y de la madera de entibación humeante.
Nunca se demostró la autoría de los hechos. 5 años después del suceso, en 1918, Walter Browning envió una carta a su representante en Madrid, José Valero Hervás, para que intercediera ante Francisco Bascuñana, representante en Huelva de la Federación de Ferroviarios, en la que solicitaba información sobre un tal Antonio Mediavilla Peláez, incluso ofreciendo recompensa por las averiguaciones realizadas.
Aunque las investigaciones iniciadas por Browning no tuvieron resultados, sí hay un detalle que posteriormente con el tiempo escribe Felix Lunar en 1956 en su libro autobiográfico “A cielo Abierto”. Lo narra así:
"Una noche se me presentan dos compañeros en la oficina. José Carabante y Antonio Mediavilla. Venían a consultarme si sería conveniente quemar el pozo Alicia, que era la obra más importante de la mina /... / A la mañana siguiente el Pozo Alicia le
tostaba las barbas a San Pedro”.
Continuando con los ingleses fallecidos, a los dos primeros Frederik
Drewet y Edwin Wilson se autoriza para que se les dé sepultura en Huelva, en el
cementerio inglés, alegando su confesión protestante. Browning ordenó que se
trasladase a través de un tren especial hasta Huelva, transportando los ataúdes
cubiertos con la bandera británica. Su paso por las calles de la capital
onubense fue presenciado respetuosamente por numeroso público y en la calle
Vázquez López le hicieron entrega de un ramo de flores. La misa la ofició el
Capellán de la RTCL en Bella Vista, Reverendo John Jameson.
Los otros dos ingleses, Robert Sach y George H. Wilson, debido a
su avanzado estado, se les enterraron en el cementerio inglés de Bellavista en
Riotinto; mientras que a John Gilbert, Lucas Millán y Luis Márquez, de
confesión católica, se le enterraron en el cementerio municipal de Riotinto,
cercano al hospital de el Alto de la Mesa, conocido como “Cuarto de las Papas”,
hoy desaparecido.
Condecoraciones
Durante los tres días que duraron las labores de salvamento habían
intervenido 34 hombres (21 ingleses y 13 españoles, de los cuales 3 de ellos
eran contratistas, entre los que se encontraba Sabás Domínguez). El 29 de enero
de 1914 todos ellos recibieron una condecoración por su heroico valor en un
solemne acto que tuvo lugar en el Club Inglés de Riotinto.
Según el diario “La Provincia” de Huelva, el reconocimiento
consistía en la imposición de una medalla de oro regalada por el Consejo de
Administración de la Compañía. En el anverso de la medalla llevaba grabado del
sello y el nombre de THE RIO TINTO COMPANY LTD LONDON y en el reverso el nombre del interesado con la
siguiente inscripción, en inglés:
La entrega de medallas se hizo por riguroso orden alfabético, sin
distinguir ingleses de españoles, ingenieros de obreros, ni empleados de
contratistas. El Director de las minas, Walter Browning, iba leyendo los
nombres de cada uno de los condecorados y al subir al estrado el Presidente de la Compañía, Charles
W. Fielding, hacía entrega de las medallas acompañada de un fuerte apretón de
manos, como premio al valor y a la abnegación.
La Lápida
Uno de los mineros fallecidos en el Pozo Alicia era Lucas Millán,
que se encargaba de las tareas de bombear agua al exterior de la mina. Era
natural de Zalamea la Real y bisabuelo de los zalameños Manuel y José Millán.
Otro de los fallecidos fue John Gilbert natural de la región minera de Redruth, Inglaterra, murió con 52 años.
Pertenecía a una de las familias inglesas más antiguas de Riotinto. Vivía en una de las casas de San Dionisio, muy cerca del Pozo Alicia; no tenía vivienda en Bellavista porque no era ingeniero, pero formaba parte del Staff de la compañía. Vivía junto a su esposa Ana Wert Librero, natural de Zalamea la Real. Tenían un hijo que se llamaba Juan Gilbert Wert el cual estaba casado, pero no se le conoce descendencia.
Cuando en 1913 John Gilbert muere, su viuda y su hijo no se quedan en la casa de la compañía, ya que la filosofía que tenían los ingleses era ofrecer una vivienda para sus obreros, de tal forma que si morían o dejaban de trabajar, su vivienda era ofrecida a otra familia; por tanto, su viuda y su hijo regresan a la que fuera la residencia de su familia, una vivienda en Zalamea la Real, tal como aparece inscrito en el padrón municipal de Zalamea de 1914.
Años más tarde, en 1923, fallece Ana Wert y sus restos se inhuman
en el actual cementerio de Zalamea la Real, en un panteón familiar. Por
decisión de la familia, los restos del que fuera su esposo y héroe del pozo
Alicia, John Gilbert, junto a su hijo que había fallecido años antes, son
trasladados desde el cementerio de Riotinto hasta al panteón de Zalamea para
que descansen junto a su esposa y madre.
La lápida de la sepultura del inglés también es enviada desde el
cementerio donde estaba enterrado en Riotinto hasta la vivienda de la residencia familiar de Zalamea,
instalándose en el amplio patio, apoyada en la pared, en memoria de su persona. La lápida,
realizada en granito blanco lleva grabado los datos del suceso; está enarbolada
con una preciosa cruz celta con un labrado trenzado y sostenida toda ella por
un macizo pedestal de tres niveles.
Su inscripción dice así:
En el año 1932 el prestigioso doctor de la Rio Tinto Company Limited, Enrique Villadeamigo, es trasladado de destino por la RTCL desde donde ejerce como médico en La Dehesa y Atalaya para practicar la profesión de la medicina en Zalamea la Real y Traslasierra, y adquiere la casa como vivienda en Zalamea a la saga familiar de Ana Wert.
Esta casa sería la residencia del médico por varias décadas más, encontrándose la lápida en el patio de la casa donde la dejó su familia años atrás, conservándola y manteniéndola en el mismo lugar donde quedó, apoyada en una antigua pared de piedra, que le da un aspecto más melancólico, si cabe.
BIBLIOGRAFÍA
- https://dialogosenlacallesanz.blogspot.com/
- Pedro Real Valdés – DESASTRE DEL POZO ALICIA, 80 AÑOS DESPUÉS – Diputación
de Huelva 1995
- José Manuel Gómez Fernández – EL POZO DE RIOTINTO – Editorial Onuba 2019
- Juan Manuel Pérez López – SINDICALISMO MINERO - LA HUELGA DE 1913 EN RIO
TINTO – ADR Cuenca Minera de Riotinto 2007
- Archivo Histórico de Zalamea la Real
- Félix Lunar - A CIELO ABIERTO - DE RÍO TINTO A NORTEAMÉRICA - Imprenta Manuel León Sánchez, México 1956
- Juan Saldaña Manzanas – MEDICOS Y HOMBRES – DEPARTAMENTO MÉDICO DE LA RIO TINTO COMPANY 1873-1948 Colegio Oficial de Médicos de Huelva 2004
- Wikipedia
Gracias por tanta historia,gracias
ResponderEliminarMuy curiosa historia la de la lápida. Gracias!
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